La verdad es que pocos esperábamos tanto de un trabajo de verano, pero ha resultado ser una de las experiencias más enriquecedoras para muchos de los que lo vivimos, ojalá estuviese al alcance de todos trabajar en algo que nos gusta, con gente increible y todos con las mismas ganas de que salgan las cosas bien.
Pocas veces se concentran tantas buenas experiencias, teníamos poco espacio físico pero nos sobraba sitio en tan grandes corazones.
Ojalá vivamos y trabajemos siempre tan a gusto como lo hicimos este verano junto a vosotras.
Se os quiere a todas,
1 besazo Ilógico.
Vicente Berdusán, el artista artesano
En el Palacio de Sástago podemos ver estos días una exposición sobre Vicente Berdusan, artista Aragonés y artesano del siglo XVII; esta exposición permanecerá allí hasta el 26 de noviembre.
Su vida estuvo marcada desde la mas tierna infancia al quedarse huérfano, por esa razón fue adoptado por su tío (escultor y arquitecto) que vivía en Tudela; años más tarde, regreso a Zaragoza, donde realizó estudios artísticos, crea su propio estudio y se consolida como artista.
Sus obras, son generalmente de carácter religioso, de estilo y época barroca; en esta exposición se encuentran en su mayoría cuadros de gran formato dado el carácter y el lugar al que iban destinados (iglesias, catedrales...).
El recorrido de la exposición comienza con su primera obra “San Miguel arcángel”, a continuación justo al dar media vuelta te encuentras situado entre dos trípticos inmensos en los que se pone en relevancia las características fundamentales de sus obras, como es el marcado estilo Barroco, las influencias Italianas (colocando elementos de la época aunque la temática fuese religiosa), el contraste de claro oscuro y los efectos de luces y sombras.
En esa misma sala también podemos encontrar el retablo de una iglesia en el que aparece la imagen gráfica de una serie de santos; a continuación al pasar a la siguiente sala encontraremos enfrentados los únicos cuadros firmados en mayúsculas por Vicente Berdusán junto a otros cuadros.
A lo largo de toda la exposición observamos que humaniza al máximo las imágenes dotándolas de mayor cercanía al espectador, ya que aunque observamos escenas bíblicas, algunos cuadros pueden parecer una situación cotidiana de la época.
Habría que dar un toque de atención sobre como trata el autor los detalles tales como la vegetación que manifiestan muchas de sus obras minuciosamente, el cabello de las mujeres o la barba de los hombres, reflejando el volumen y forma a la vez que el movimiento expresado también en todas las vestiduras y telas reflejadas en sus cuadros, marcando calidad, tejido y uso dado a la prenda y por lo tanto distinción del personaje reflejado.
Solo quedaría reseñar que en esta exposición podremos encontrar treinta y seis obras originales de las cuales veintiuna han sido restauradas específicamente para esta exposición.
